Se impone con dos autogoles de la Roma y otros de Piqué y Luis Suárez
Marca
CIUDAD DE MÉXICO.- El favorito lo es por algo. A pesar de no estar brillante, y aunque el gol de Dzeko en los últimos minutos concedía alguna expectativa a la animosa Roma, el Barça aprovechó todos los detalles para poner una renta tranquilizadora de cara al Olímpico (4-1).
Hasta esos autogoles que tanto rédito le han dado este año. Dos en unos cuartos de final son una ventaja más que considerable. Y oportuna, en un día menos brillante de Messi. Que ya es noticia. Al final no apareció él sino Suárez para aprovechar un regalo impropio de una defensa de Champions.
Esperaba otro escenario el Camp Nou desde el inicio. Saltó al verde el Barça confiado en su superioridad y encontró una maraña complicada de desenredar. A pesar de las bajas notables, el zurdo Ünder y el guerrillero Nainggolan, la Roma de Di Francesco se desenvolvió con aplomo, restando espacios al rival para evitar que corriera. Y como Valverde optó por doblar el lateral diestro y dar vuelo a Sergi Roberto, al fin interior, la primera parte puso a prueba la paciencia azulgrana.
Venían los culés de sufrir sin Busquets en el Pizjuán. El regreso del 5 junto a Rakitic fortaleció la medular azulgrana, pero no volcó el juego sobre la parcela visitante. De hecho, tras un gol bien anulado a Luis Suárez por fuera de juego -imponente el pase de Iniesta de primeras-, la Roma combinó bien hasta colocar a Dzeko en el área. El bosnio se trabó, cuerpeado por Semedo, y reclamó penalti que el colegiado holandés no cobró, con buen criterio.
La aplicación del bloque romanista redujo al mínimo las llegadas azulgranas hasta el descanso. Es sólido el Barça, mucho más que en años anteriores, pero cuando te abrigas los pies destapas la nariz. El marcaje escalonado a Messi en la parcela central desactivó los cables para detonar el partido. La mejor oportunidad azulgrana, gol aparte, llegó tras un mal entendimiento en la defensa romana que explotó Rakitic con un centro cerrado. Tanto que rebasó a defensas y delanteros hasta estrellarse en el poste.
Pero la diferencia entre ambos conjuntos es abismal, y cuando el Barça redobló la presión y aceleró las combinaciones interiores las cartas quedaron boca arriba. En el esfuerzo de De Rossi por evitar el último pase de Iniesta a Messi desvió con tanto ímpetu que doblegó a Alisson. Antes del descanso respondió la Roma con polémica. Cayó Florenzi sobre el borde del área, interceptado por Umtiti. Puede que el derribo empezara dentro y acabara fuera. Es imposible que el árbitro en directo viera exactamente dónde ocurrió. Lo pitó fuera. Nada que objetar.
Lo curioso tras el descanso fue la salida a todo trapo de la Roma. Perotti tuvo el empate en la cabeza, pero falló un cabezazo clamoroso. Poco después, una indecisión de Umtiti habilitó a Florenzi, que no aprovechó de milagro. El extremo, autor de un gol antológico a Ter Stegen, remató desde fuera. El central francés se redimió poco después, cuando se quedó tras un córner y obligó a intervenir a Manolas. El griego empujó contra su poste y después remachó con la rodilla. Alucinante.
Con viento a favor llegaron los mejores minutos azulgranas. Suárez se encontró en la zurda con buena opción para rematar. Bastante hizo Alisson, al que llaman en Italia el Messi de los porteros, con desviar el tiro cruzado. Al quite estaba Piqué, que acompañó la contra con instinto.
La eliminatoria parecía rematada, pero la Roma reaccionó con orgullo. La entrada de El Shaarawy revitalizó el ataque italiano, que pudo anotar dos veces. Primero, aprovechando un fallo grueso de Ter Stegen enmendado con un paradón. El alemán también respondió con brillo, a mano cambiada, al remate de Perotti. Nada pudo hacer a la tercera ante el disparo cercano de Dzeko, que aprovechó la basculación azulgrana para imponer su físico sobre Alba.
El tanto del bosnio metía algo de pimienta a la eliminatoria, pero el Barça no desaprovecha nada. Y menos los cambios. El último resultó decisivo. Entró Denis por Iniesta y el gallego hurgó en el costado derecho del área. Sirvió fuerte, Fazio quiso controlar lo incontrolable y dejó a Suárez un regalo. El uruguayo, increíblemente inédito en esta Champions, remató el partido y estableció la distancia real con la Roma. Salvo catástrofe, el Barça estará en semis.