Francisco preside la misa ante un millón y medio de jóvenes y les exhorta a no desanimarse ante ningún obstáculo
Redacción
CIUDAD DEL VATICANO.- “No tengan miedo”, se repite una, dos, tres, cuatro veces. La amplificación reverbera la exhortación de Francisco y la transporta a lo largo del área inmensa del Parque Tejo y parece por un momento escuchar en ese apremiante llamamiento el eco de la misma invitación, hace 45 años, que hizo San Juan Pablo II, pronunciada en un contexto diverso y a un mundo diferente, pero en el fondo no demasiado distinto del actual.
“No tengan miedo”, queridos jóvenes, porque son como la lluvia de una tierra reseca por mil males, son un “baño de luz” de presente y de futuro en los muchos rincones oscuros de nuestro tiempo.
El Papa apuntó a las fibras del alma del millón y medio de jóvenes que le escuchaban, en el último gran acto de la Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa.
La llegada del papamóvil al mismo lugar de la Vigilia de la noche anterior es la señal para los chicos, que se arremolinan hacia las vallas para saludar su paso, zigzagueando entre el colorido mosaico de tiendas canadienses, sacos de dormir, mochilas, esterillas.
Enseguida, el Papa Francisco anunció que dos años más tarde, en 2027, la Jornada Mundial de la Juventud, tendrá lugar en Asia: ¡será en Corea del Sur, en Seúl!
“Así, desde la frontera occidental de Europa se trasladará al Lejano Oriente: ¡este es un hermoso signo de la universalidad de la Iglesia y del sueño de unidad del que ustedes son testigos!”.