La capital se ha movilizado para recibir a un millón de jóvenes que han venido a celebrar el Año Santo, del 28 de julio al 3 de agosto
Redacción
CIUDAD DEL VATICANO.- Un millón de jóvenes de 146 países de todo el mundo han sido recibidos en Roma para celebrar su Jubileo. Tres lugares clave se destacarán durante las jornadas que concluirán el 3 de agosto.
La Basílica de San Pedro es el primero: el origen, la fuente, el imán que hoy, como antaño, atrae a multitud de peregrinos a la tumba del Apóstol.
La segunda parada es el Circo Máximo, una gran explanada en el centro geométrico de la ciudad y corazón de la Roma arqueológica, hoy lugar de encuentro colectivo.
Finalmente, Tor Vergata, el mismo emplazamiento de la JMJ del Año Santo 2000, se encuentra en las afueras de la ciudad, en la periferia sureste, junto a la Vela de Calatrava, una estructura que hoy, gracias a esta ocasión, renace y cobra vida.
Ubicaciones extremas entre el centro y la periferia. No se trata simplemente de una decisión logística, sino más bien de la materialización, en cierto sentido, de un sueño espiritual: la conexión entre los dos extremos opuestos del tejido urbano, como un puente imaginario que une dos orillas que no se conocen pero dialogan.
Pasado y presente, cerca y lejos, se unen en un mismo lenguaje: el de la fe y la esperanza, encarnado por el entusiasmo de los jóvenes participantes.
El Papa Francisco siempre se ha esforzado por conectar el centro con las zonas más remotas de la ciudad, y con este objetivo reorganizó la administración eclesiástica: no “un centro aislado y una periferia dividida en compartimentos separados, sino, en una visión dinámica que no imagina muros sino puentes, la diócesis de Roma será concebida como un único centro que se expande a través de los cuatro puntos cardinales”, escribió en el Motu Proprio del 1 de octubre de 2024.
El Papa León XIV, con su historia personal como misionero y su preocupación por los marginados, ordenó a sus primeros 11 sacerdotes el pasado junio, enviándolos a las afueras de Roma.
Entre otras cosas, Robert Francis Prevost conoce bien esta zona de la ciudad, tras haber ido a Tor Bella Monaca el año pasado para celebrar el cuadragésimo aniversario de la parroquia local, dirigida por los agustinos y dedicada a Santa Rita de Casia.







