Huyen de Venezuela 7.2 millones… el peligro de la selva

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La gran mayoría, 6 millones, son acogidos por países de América Latina y el Caribe

Redacción

WASHINGTON, EU.- Casi 7.2 millones de venezolanos han abandonado su país en los últimos años. La gran mayoría, 6 millones, son acogidos por países de América Latina y el Caribe.

Una cifra récord de migrantes y refugiados cruzan la peligrosa selva con la ilusión de llegar al norte, donde poder trabajar y enviar dinero a sus familias. Muchos se quedan por el camino.

Son asesinados o fallecen a las inclemencias. En colaboración con el gobierno de Panamá, la agencia de la ONU para las migraciones intenta ayudarles ofreciéndoles un refugio y otros artículos de primera necesidad.

Empapado en sudor y llevando consigo una bolsa con una tienda dentro, Wilmer, granjero venezolano de 26 años, llega en una embarcación angosta de madera a Bajo Chiquito, Panamá, después de un viaje de cinco días a través de una de las más peligrosas y abrumadoras rutas migratorias de todo el mundo: el Tapón del Darién.

Atrás y adelante de Wilmer puede verse una veintena de embarcaciones en fila india con unos 16 hombres, mujeres y menores a bordo, emergiendo de la selva a lo largo de las aguas fangosas del río Turquesa. Estos botes han hecho un recorrido de aproximadamente 15 mil kilómetros cuadrados de selva, montañas irregulares, ríos embravecidos, pantanos y picaduras de insectos que se extienden a ambos lados de la frontera entre Colombia y Panamá.

Incluso para Wilmer, que es joven y se encuentra en buen estado físico, la travesía fue verdaderamente una prueba de resistencia.

“El viaje fue extremadamente difícil; apenas si pude dormir. Mírame, estoy en buen estado físico y aún así mi vida corrió peligro. Imagínate lo que es para las mujeres embarazadas o los menores.

Una veintena de embarcaciones en fila india con unos 16 hombres, mujeres y menores a bordo.

“Es un desafío extremo. No recomiendo cruzarlo de a pie”, dice mientras recuerda el momento en el que saltó a un río turbulento para rescatar a un niño haitiano que había sido tragado por la corriente.

Wilmer se fue de Maracaibo, en la costa caribeña de Venezuela, con cinco amigos y 450 dólares, suma equivalente a los ahorros familiares de todo un año, esperando conseguir un trabajo mejor en el norte y poder ayudar a sus padres y tres hermanos que había dejado atrás.

Cada persona migrante representa una vida llena de dificultades. Durante la larga travesía por la selva, los menores y las familias quedan expuestos a múltiples formas de violencia, incluyendo el abuso sexual y la explotación, la falta de agua potable y alimentos, ataques de animales salvajes y ríos desbordados.

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