Se trata del parque nacional -catalogado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO- de mayor extensión de México
Redacción
CIUDAD DE MÉXICO.- Claus Siebe, investigador del Instituto de Geofísica de la UNAM, y Elizabeth Rangel Granados, posdoctorante de esta entidad académica, precisaron:
El plano, realizado con técnicas batimétricas de alta resolución (multihaz y retrodispersión) permitirá cuantificar y catalogar la cantidad de formas volcánicas que existen a 3200 metros de profundidad, y estimar el tiempo de recurrencia de erupciones en la región, la cual parece ser más alta de lo que se ha imaginado.
Hoy en día es difícil efectuar exploración genuina como antes, porque tenemos a Google Earth; es decir, los límites de exploración en la Tierra se han restringido. Sin embargo, existen lugares donde se puede realizar y encontrar algo y eso es lo que hicimos en esta ocasión. Fuimos a lugares tan recónditos y logramos ver cosas que nunca se habían visto, resaltó Claus Siebe.
En 2017 se exploró el sitio por primera ocasión y se revisó la isla Socorro, específicamente el lugar de la erupción del volcán submarino de 1993.
Con esas observaciones Katherine Kelley, Robert Pockalny, Steven Carey, investigadores de la Universidad de Rhode Island; y Elisabeth Widom (de la Universidad de Miami, en Ohio) obtuvieron apoyo de la National Science Foundation para una nueva exploración en la que también participaron los expertos de la UNAM.
A bordo del buque R. Revell del Scripps Institute of Oceanography, y con ayuda del vehículo de operación remota (ROV) Jason, del Woods Hole Oceanographic Institution, el objetivo de la investigación es conocer el origen y la evolución del vulcanismo en la zona que va desde las islas Socorro a Clarión, un territorio que abarca cuatro islas pero que fue revisada mediante batimetría de alta resolución.
Se trata de una técnica de mapeo topográfico que se lleva a cabo enviando ondas sonoras al fondo marino mediante un sonar que permite escanear la profundidad del terreno. Con ello pudieron revisar la topografía para diseñar rutas y guiar al robot Jason, el cual descendió aproximadamente 3200 metros, en 13 ocasiones; hizo observación remota y tomó 238 muestras de rocas volcánicas en la región, que serán analizadas química e isotópicamente.
Siebe explicó que existen mapas batimétricos, pero su resolución es menor. La ventaja del nuevo estudio es que se pudieron observar los grandes y pequeños colosos bajo el mar, lo que reveló que hay cientos de centros eruptivos, varios de ellos jóvenes. “Hay una gran densidad de estas estructuras y es posible que haya emisiones volcánicas futuras”.
El vulcanólogo añadió que muchas lavas encontradas son jóvenes, pues se estima que tienen menos de cientos o pocos miles de años de antigüedad, porque carecen de recubrimientos de sedimentos o no presentan costras de óxidos de manganeso. Es decir, su edad es el equivalente marino a las lavas del Paricutín o del Xitle (que abarca hasta Ciudad Universitaria), que también presentan un aspecto joven con escasa formación de suelo y vegetación.
Es posible ver que las erupciones son frecuentes porque también se encontraron depósitos piroclásticos prístinos –producto de eventos explosivos– lo cual es enigmático, pues debieron ocurrir bajo el mar, abundó el experto del Departamento de Vulcanología de la UNAM.
Rangel Granados comentó que llama la atención las formas que desarrollan estas lavas submarinas porque al entrar en contacto con el agua fría se forman estructuras curiosas. “Lo había visto en libros nada más, pero al verlo en alta resolución es algo que sorprende; además, el vulcanismo submarino es el más abundante en el planeta Tierra y es bastante impactante”.
Los investigadores explicaron que, una vez procesadas las imágenes y datos obtenidos, crearán el mapa el cual podría estar disponible en menos de un año.