El Papa Francisco celebra la Pasión del Señor en el Vaticano

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Se postró en el suelo, delante del altar, para orar durante unos minutos

ACI Prensa

CIUDAD DEL VATICANO.- El Papa Francisco presidió, en la Basílica de San Pedro del Vaticano, la celebración de la Pasión del Señor de este Viernes Santo 30 de marzo.

En una Basílica completamente desprovista de ornamento e iluminada por una luz suave en consonancia con la sobriedad de la ceremonia, en la que no se celebró la Eucaristía, el Santo Padre, vestido de púrpura en recuerdo de la sangre de Cristo derramada en la Cruz, al igual que los demás celebrantes, se postró en el suelo, delante del altar, para orar durante unos minutos.

Tras esos minutos de silenciosa oración, acompañado de todos los fieles arrodillados presentes en San Pedro, el Pontífice se puso de nuevo en pie para comenzar con la proclamación de la liturgia de la Palabra.

Además de la oración del Papa ante el altar, un momento de especial emotividad espiritual fue el descubrimiento y adoración de la Cruz aclamada tres veces con las palabras “Mirad el árbol de la Cruz, donde estuvo clavada la salvación del mundo. ¡Venid a adorarlo!”.

El predicador de la Casa Pontificia, P. Rainiero Cantalamessa, pronunció la homilía, al igual que en ocasiones anteriores. En esta ocasión reflexionó sobre el testimonio de los que presenciaron la crucifixión.

“Cristo en la cruz era el nuevo templo de Dios, de cuyo costado, como había predicho el profeta Ezequiel, brota el agua de la vida”, señaló.

Pero, se preguntó, “¿por qué, esta ilimitada concentración de significado en la cruz de Cristo? ¿Por qué esta omnipresencia del Crucificado en nuestras iglesias, en los altares y en cualquier lugar frecuentado por cristianos?”.

En este sentido, el P. Cantalamessa destacó que “sólo en la cruz se hace manifiesto hasta dónde se abre paso esta capacidad infinita de auto-donación de Dios. ‘Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo’”.

Además, subrayó que “en el año en que la Iglesia celebra un Sínodo sobre los jóvenes y quiere ponerlos en el centro de la propia preocupación pastoral, la presencia en el Calvario del discípulo que Jesús amaba, encierra un mensaje especial. Tenemos todos los motivos para creer que Juan se adhirió a Jesús cuando todavía era bastante joven”.

“Justamente nos esforzaremos en este año por descubrir qué espera Cristo de los jóvenes, qué pueden dar a la Iglesia y a la sociedad. Lo más importante, sin embargo, es otra cosa: es hacer conocer a los jóvenes lo que Jesús tiene que aportarles”.

Por otro lado, diferenció entre el mundo que no se debe amar y el que sí se debe amar. “El mundo que no debemos amar, y al cual no debemos someternos, no es, lo sabemos, el mundo creado y amado por Dios, no son los hombres del mundo a cuyo encuentro, por el contrario, siempre debemos ir, especialmente a los pobres, a los últimos”.

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