En la oscuridad de las grutas, en un complejo de cuevas al oeste de Bangkok, tailandeses con lámparas sujetas a la cabeza atendían sus asuntos
Redacción
PHOTHARAM, Tailandia.- Las cuevas de murciélagos apestaban a murciélago.
En la oscuridad de las grutas, en un complejo de cuevas al oeste de Bangkok, tailandeses con lámparas sujetas a la cabeza atendían sus asuntos.
Los peregrinos al templo propietario del complejo oraban a figuras de Buda en una de las cuevas, sin que las expresiones talladas de las estatuas mostraran reacción alguna al plip-plop-ploop de excremento de murciélago que les caía encima.
Los recolectores de estiércol de murciélago, o guano, lo retiraban para venderlo como fertilizante, cargando bolsas de estiércol a través de una carrera de obstáculos de estalactitas y estalagmitas.
Y los investigadores médicos, supervisados por uno de los principales virólogos de murciélagos del mundo, atrapaban a los mamíferos alados para realizarles pruebas en busca de rastros del coronavirus que causa el COVID-19.
Afuera del complejo, el abad del templo budista, que se autodenomina el “templo de cientos de millones de murciélagos”, se acercó a un altavoz para decir a los visitantes que los mamíferos voladores residentes eran inofensivos.
“No se preocupen, estos murciélagos no transmiten enfermedades porque son murciélagos que comen insectos”, dijo Phra Khru Witsuthananthakhun, el abad.
“Todo el mundo sabe que cuando los murciélagos frugívoros comen fruta, la comparten con otros animales, como las ratas, y así se propaga la enfermedad”.
El abad del templo tiene razón en que los murciélagos frugívoros han sido vinculados a virus graves que han saltado a la población humana.
Pero los murciélagos que comen insectos también han dado a los humanos enfermedades mortales.
Muchos virólogos creen que el murciélago de herradura, un ávido devorador de insectos, puede estar vinculado con el coronavirus que causa el Covid-19.
Y un informe del parque nacional tailandés identificó una especie de murciélago de herradura en las cuevas.
Casi una cuarta parte de las especies de mamíferos del mundo son murciélagos, y su capacidad para volar mientras albergan una variedad de virus los convierte en maravillas zoológicas, así como en vectores eficientes de enfermedades.
Entre las enfermedades infecciosas que se cree que surgieron de los murciélagos en las últimas décadas figuran coronavirus como el SARS y el MERS, junto con otros virus como Nipah, Hendra y Ébola.
La mayoría de estos virus se transfirieron de los murciélagos a un huésped intermedio, como una civeta de palma o un camello, antes de llegar a los humanos.
Aunque el coronavirus que causa el Covid-19 no ha sido rastreado de manera concluyente a los murciélagos, un investigador en China halló evidencia en murciélagos herradura de un virus muy parecido.
El excremento de murciélagos herradura de Camboya también ha mostrado vínculos. Y el mismo tipo de murciélago fue el depósito natural del coronavirus del SARS.
La posible conexión llevó a Supaporn Watcharaprueksadee, subdirectora del Centro de Enfermedades Infecciosas Emergentes de Tailandia, a investigar si los murciélagos tailandeses podrían compartir una carga viral similar.
Ella dijo que su equipo no ha encontrado rastros de un coronavirus similar al que causa el Covid-19 en los murciélagos del Templo Khao Chong Phran, aunque se han descubierto otros.
Pruebas realizadas a residentes locales tampoco arrojaron evidencia de anticuerpos del virus.
Aunque Tailandia fue el primer país fuera de China en confirmar un caso de Covid-19, parecía tener la transmisión local casi estrangulada desde mayo.
En general, los tailandeses han estado atentos al uso de cubrebocas y se cerraron las fronteras del País.
Pero en las últimas semanas, el coronavirus ha comenzado a extenderse por el país tras ser identificado en comunidades de migrantes a lo largo de la porosa frontera con Myanmar. Se disparó la xenofobia, junto con el miedo a los murciélagos.
La población de murciélagos en el distrito de Photharam ha disminuido en las últimas décadas, y algunos virólogos de murciélagos creen que el estrés podría hacer que los animales sean más vulnerables a los síntomas de la enfermedad, posiblemente elevando las probabilidades de que los virus se propaguen a otras especies.
Phra Somnuek, un monje en el templo, recuerda que cuando era niño, el cielo se oscurecía durante horas al atardecer con las sombras de millones de murciélagos que se dirigían a su comida nocturna.
El vuelo de los murciélagos, que sigue siendo una atracción turística, ahora toma 45 minutos, dijo.
“Me preocupa que algún día los murciélagos sólo sean una leyenda aquí”, dijo. “Si perdemos nuestros murciélagos, perdemos lo que nos hace especiales”.
Con información de Clarín
